*
Entrábamos en bares,
intrigados por mundos invisibles
de rosas oceánicas.
Sumergíamos troncos en la niebla
desde la indefensión
de un marasmo sublime,
en la fragilidad de la penumbra.
Armábamos con bruma el universo
y
en medio del camino
iniciamos el viento del umbral,
para soñar destinos sin fisuras.
Ana Muela Sopeña
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