lunes, 22 de septiembre de 2008

NADIE CONOCE A NADIE

*
Nadie conoce a nadie,
la gente se desprende de su piel
en la sombra del exilio adormecido.

No son actos
de desnudez y confianza.
Es la depredación
devorando el pánico ancestral.

Nadie conoce a nadie...

Llamadas desde móviles,
sms a todas horas,
los teléfonos no paran de sonar.

El chat es un calvario, nunca cesa.
Los faxes se producen
a la velocidad de las gacelas.

El buzón de voz recoge
esos sonidos de lo oscuro.

E-mails como Prozac.

Nadie conoce a nadie
y el teléfono es un rádar.


Ana Muela Sopeña

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