lunes, 17 de octubre de 2011

LÁGRIMAS DE ACERO

*
Él,
contempla el horizonte
con lágrimas de acero.
Su corazón se mueve con el agua
en confines metálicos,
sin destino aparente.
Nadie entiende que sufre
maltratado en el fondo del abismo.
Parece que su miedo no es un miedo.
Parece que su oscuro sentimiento de impotencia
no toma cuerpo en la materia de la vida.
Parece que su cruel melancolía
carece de los nombres necesarios.

Él,
inundado de lágrimas de acero
no sabe compartir
la vulnerable estela de su pozo.

Él,
habita en cualquier hombre
maltratado por todos y por todas...
y sigue caminando sin quejarse,
como si todo fuera inexistente,
divorciándose
de todo lo que daña su existencia.

Él,
se afana en cumplir:
dinero, sexo, imagen,
el mundo y los caprichos de los otros...

Pero todo es inútil,
su vacío...
aumenta poco a poco
con redes y tentáculos de niebla.

Él,
reprime en cualquier parte
sus lágrimas de acero
y dice que está bien,
que todo está saliendo
como dictan los cánones del mundo.

Él,
inunda habitaciones
con lágrimas de acero
que no derrama nunca, por si acaso...


Ana Muela Sopeña

2 comentarios:

Julio Dìaz-Escamilla dijo...

A esto ha llegado el hombre (y mujer) posmoderno, su continua actuación entre vítores y aplausos, atesorando una materialidad vergonzante y escondiendo emociones y sentires.
Un abrazo.

Ana Muela Sopeña dijo...

Sí, tienes razón...

Un abrazo