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El dolor de ser "nadie", "nada", "nunca"
escinde el corazón en dos mitades:
la mitad del amor que ya se fue
y la mitad que sabe que fue un sueño.
El gozo de ser "alguien", "todo", "siempre"
unifica las almas
en un viaje de luz hacia el encuentro:
un instante sin miedo
por la complicidad rumbo a la unión
y el placer de los cuerpos sin censuras
que aprenden que la piel es lo real.
Ana Muela Sopeña
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4 comentarios:
Es la fusión de sensaciones, pero con enseñanzas útiles.
Un abrazo
Los extremos de lo mismo, Ana. Genial.
Abrazo hasta allá!!
Muchas gracias, Albada, por venir...
Besos
Ana
Me alegra mucho, Carlos, que el poema te haya gustado.
Un beso enorme
Ana
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