*
A Carmen Pla
Las calles se han quedado
vacías como el alma de los árboles.
Bajo las marquesinas de autobús
los transeúntes miran
el devenir eterno de las cosas.
Una mujer de niebla
se ha convertido en luz,
presagio del relámpago,
a través del espejo de la muerte.
La tormenta ha venido
acompañando al alba.
Todo se anega en el silencio
mientras la voz azul de la memoria
se convierte en un grito sigiloso.
Ana Muela Sopeña
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4 comentarios:
Voz de poeta que puede ver ese devenir, ojos que narran su sentir...
Alta poesía, Ana.
Cuando la calle se aquieta, las mujer de niebla cobra vida y luz por las esquinas. Muy chulo.
Un abrazo
Siempre es un placer verte entre mis versos, Carlos:
Un fuerte abrazo, amigo
Ana
Gracias, Albada, por brindarme tus palabras.
Un abrazo
Ana
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