*
El vacío se filtra por las calles
mientras escucho pájaros nocturnos
en la distancia abierta de la luna.
Todo se hace más denso en las aceras.
Los transeúntes andan muy deprisa.
Persiguen ir más rápido
que la tristeza.
Rostros ensombrecidos por la herida
escapan ciegamente
de la grieta más sucia de la infancia.
Manos de lluvia juegan a perder
a personas que buscan su otro nombre.
El lado más oscuro del espejo
huye de la belleza,
de lo que pudo ser y nunca fue.
Las palabras no dichas,
los sueños no vividos,
los proyectos que nunca se alcanzaron.
Manos de escarcha juegan a extraviar
los huecos del amor y de la muerte.
Hay una luz oculta en el cristal:
las metas que cayeron
por el sumidero del dolor.
En el aire subyace todavía
ese café pendiente
que nunca nos tomamos para hablar...
Ana Muela Sopeña
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8 comentarios:
Lo leo y lo releo... me lo llevo en la memoria, Ana.
Abrazo grande.
Es la maldición de los besos no dados, del abrazo que no llegó a ser. Sólo calan hasta los huesos, los besos que no has dado, dice Sabina, y es verdad.
Un abrazo
Ay, ese amor soñado, que nunca llegó a ser...
Muchos besos, querida Ana.
La penúltima estrofa me conmovió especialmente.
Besos.
Gracias, Carlos, por venir...
Un fuerte abrazo
Ana
Así es, Albada, besos para ti...
Ana
Me alegra, Soco, verte por aquí...
Un beso grande
Ana
Agradezco, Amapola, tu paso por mi blog...
Besos
Ana
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