sábado, 30 de agosto de 2008

LOBO SOLITARIO

*
Aquel hombre enhebraba
los hilos de la luna
con dulzura de hadas
entre la suave bruma.

Sus manos en la estrella
sabían del abismo
y siempre en la belleza
encontraban el ritmo.

La vida en la palabra
parecía una sombra
que desde el rojo magma
se vestía de rosas.

El solitario lobo
sintió un poco de miedo,
cuando miró mis ojos
sumidos en el sueño.

Las horas tan perdidas
me fueron olvidando
en momentos de brisa
alrededor de un árbol.


Ana Muela Sopeña

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