jueves, 24 de septiembre de 2009

ADJETIVOS DE LA SOMBRA

*
Entregas tu saliva al bosque oscuro
donde la lengua sabe de raíces,
en adjetivos de la sombra,
con dedos que persiguen a Selene.

Te beso sobre cumbres,
con sustantivos de la esencia,
mientras nuestras miradas se consagran
a diosas de los púlsares.

Me abrazas en volcanes de silencio
con pronombres y cadencias
que llevan al suspiro de las náyades.

Te rozo entre las grutas de la nieve
tu piel de escarcha libre del ayer,
con verbos conjugados en futuro,
sobre mi vientre cómplice de océanos.

Me acaricias en sueños
y recitas despacio
esas preposiciones en penumbra
que tanto nos elevan.

Te susurro al oído mis adverbios
y duermo entre las ramas de una encina,
en el ensueño núbil de un albatros
y voy bebiendo a Altair sobre las luces.

Enlazas conjunciones en mi vértigo.
Vas salmodiando sutras
sobre el himen del mar.

Envuelvo con artículos
tu contorno de fauno con mis manos.
Mi boca imperceptible te hace lobo,
para aguantar inviernos con heladas.

Y en la herida insaciable,
con la belleza dúctil del submundo,
me obsequias en tu danza
interjecciones ávidas del agua,
hacia cuásares llenos del eclipse,
surcando el infinito...


Ana Muela Sopeña

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Una preciosa y lingüística forma de habitar los cuerpos, proximidad de los cuerpos Ana.

La lengua como sistema, el amor como sistema, sus relaciones, sus signos. Por su tacto, una comunidad de habla, que presiente en sus sincronías.


Un besote grande

Ana Muela Sopeña dijo...

Sí, los cuerpos hay que habitarlos, para que no se queden fríos, Miguel.

Un beso grande
Ana