*
Vagaba en el exilio
vacío, sin amigos, sin dinero
con látigos de frío en la distancia.
Los huecos de sus manos
arrojaban lo oscuro a otros espacios
de huída entre las sombras.
Evasión de su voz cautiva en hierro
con el temor al mundo darwinista.
Un encuentro de soles
con miradas de pájaros erráticos,
sincronía con otro ser humano.
Ana Muela Sopeña
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