miércoles, 21 de abril de 2010

UN HOMBRE SOLITARIO

*
Un hombre solitario en su guarida
espera que la luz de los relámpagos
le permita ser alguien en el mundo.

Concibe los momentos de belleza
como puntos de otra dimensión.

Recibe entre las sombras las señales
de vórtices anclados en la arena.

Se entretiene con trampas y con sílabas
que le llevan a un árbol sin raíces.

El hombre, como un número,
se mezcla con la gente de la urbe
y sigue caminando sin un rumbo
hacia las terminales de la herida.

En su cueva de olvidos
amasa los recuerdos de lo oscuro
y colecciona espacios infinitos.

Reestructura sin prisa y sin temor
los instantes de niebla.

Diminuto sonríe entre las calles
y prepara en su cuarto otro futuro,
para dejar en breve su aislamiento.

Una mujer le mira en un café
y aunque pronto se esfuma en la distancia
comienza la andadura hacia otra vida
y se cambia de nombre,
por si acaso...


Ana Muela Sopeña

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