*
La soledad es siempre tan vacía
que corremos deprisa contra ella
y encontramos de nuevo la belleza
en la ciudad tocada por la herida.
Deambulamos desnudos por la vía
hacia el núcleo despierto de una estrella
y así plasmamos sangre en el poema
y escribimos con pétalos, sin ira.
A veces no podemos respirar
pero sentimos luz entre las sombras
y pronto restauramos nuestro rumbo.
Que el fuego de las aguas y la sal
nos lleve por la senda de la rosa
y así nos liberemos de lo oscuro.
Ana Muela Sopeña
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2 comentarios:
Y escribes con pétalos, sin ira. Qué duda cabe. Aunque aún se percibe abierta la herida. Magnífico poema.
La herida eterna...
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