*
Una luna contempla las visiones
y el mito del amor en su guarida,
en la penumbra abierta de las horas
de la noche cerrada y melancólica.
Desde el tren se divisan los crepúsculos
en el humo que asalta los raíles,
con lazos de nostalgia sobre el sueño
y la humedad buscando huellas cálidas.
Un vagón me recuerda entre la bruma
la piel enmascarada de los días,
con los ojos atentos del abismo.
Una nube viajera y despistada
se entretiene con lluvia, sin raíces,
y las pupilas ebrias del espacio.
Ana Muela Sopeña
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